¿Cuántas veces nos hemos preguntado si nuestro punto de vista es el idóneo? ¿Si nuestro punto de vista es el que se requiere? ¿Desde cuántos lados somos capaces de observar un mismo ángulo?
Tanto en geometría como en la vida cuantas más vistas podamos obtener de un objeto, de un suceso, más rica será la lectura y comprensión del mismo.
Al final cada ser es único y cada mirada puede convertirse en un viaje infinito hasta la misma base de la construcción de un corazón.
Un viaje íntimo, apasionante, algo así como un jeroglífico o un laberinto, donde cada reflejo, color o forma se transforman en un misterioso paraje donde sumergirse, donde la luz y la sombra juegan a dejarse ver y a esconderse, donde cada artista puede ser total e inmensamente libre.
Alba Roldán B.