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  • Foto del escritorGracia Iglesias

Del sofá al jardín. Anna Maria Kasprzak.

EL TEATRO DE VARIEDADES DE ANNA MARIA KASPRZAK



Parafraseando a Álvaro Cunqueiro, “quizá mejor que decirla fuera pintarla”; no la selva de Esmelle sino la fantasía mítica, telúrica, circense de Anna Maria Kasprzak. Y así ella lo ha hecho: plasmándola en formas y colores audaces llamados a priori a pelearse pero que, muy al contrario, al modo de las fieras criadas por el siervo Liang Yang –descrito en el clásico taoísta Lie Zi– no caen, al ser tratados conforme a su naturaleza, en el desequilibrio de la ferocidad; no siendo azuzados, conviven en armonía.


Puestos a declararlo en palabras: discos chinos girando locos ante flamígeros pináculos manuelinos, entre los que cruza la cuerda floja del equilibrista en su número de la escalera y cuyo pedestal orina un señor escondido, dando paso al león danzante de melena encendida que asusta a una lámpara de murano sobre el ciprés topiario que lo conecta con el cuidadoso caballo que evita pisar a la pitón entre la alarma del erizo y la impasibilidad del caballero del mostacho engomado y de los seres sin rostro, en tanto el perro de mirada sabia da la espalda a la nube turquesa con que entran en escena los ciclistas equilibristas que con su irrupción espantan el vuelo de las aves púrpura y despiertan la curiosidad de otro meón oculto, movidos todos, quizás, por el dulce señuelo de una piruleta hipnótica... Son estos los Cuentos completos que, sin embargo, nos sugieren más de lo que revelan, de ahí el interés y lo abierto de la propuesta, en estos tiempos de literalidad plúmbea y militantismo de salón.


...Un salón muy otro es el living al que, tras la embriaguez de colores, el dinamismo formal y la narratividad onírica y golosa de los Cuentos, Kasprzak nos invita a pasar, y en el que las conexiones invisibles, mágicas, entre los dramatis personae de estos, adquieren ahora la forma de una familiar mano en el hombro que, atravesando el cálido espacio hogareño, parece recordarnos la reconfortante intimidad que, si en el mundo exterior consistía en un insólito equilibrio dentro del aparente caos de reinos, especies e individuos, de puertas adentro se traduce en unos silenciosos, blandos, serenos y elegantes bailes de salón.


Víctor Turégano Acosta

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